TEATRO
El actor vallisoletano Pedro Peña publica sus memorias
El popular abuelo de 'Médico de Familia' repasa con su hija Maribel los buenos y malos momentos de setenta años de profesión.
"Me avergüenza un poco decir que en los años setenta era todo un ídolo.
En aquella época, apenas podía caminar por la calle sin que me pararan
para felicitarme"
Durante
cuatro años fue un poco el abuelo de todos los españoles y aún
permanece en la memoria colectiva de varias generaciones de televidentes
su característico 'grito de guerra': «Marciaaaal». Pedro Peña Allén
(Tordehumos, Valladolid, 1925) fue, entre 1995 y 1999, Manolo, el
'abuelo' de Chechu y el 'padre' de Nacho, Emilio Aragón, en la popular
serie de televisión 'Médico de familia'. Pero antes de que la pequeña
pantalla le hiciese tan popular que hasta una empresa de productos
cárnicos le fichó para protagonizar una campaña publicitaria, el actor
vallisoletano ya llevaba todo una vida en los escenarios. «Me avergüenza
un poco decir que en los años setenta era todo un ídolo. En aquella
época, apenas podía caminar por la calle sin que me pararan para
felicitarme», recuerda el intérprete en sus recién publicadas memorias,
'Pedro Peña. Del cómico de la gracia seria al abuelo Manolo', escritas
por su hija María Isabel Peña Vázquez, 'Maribel'.
Recuerda como si fuera ayer aquella tarde de 1939 cuando
con 14 años se escapó de casa y «con mis ahorrillos me compré la entrada
más barata en el Teatro Hispania (teatro-cine que estaba en la calle
Muro) para poder asistir a la representación de la Compañía Infantil de
Zarzuela Lil-Liput, que acertó a pasar por Valladolid. Sin pensarlo
mucho, una vez terminada la actuación, me enteré donde se alojaba el
director y me fui muy decidido a verle». Le cantó 'La roca fría del
calvario', de la zarzuela 'La Dolorosa', y le recitó 'La pedrada', de
José María Gabriel y Galán. «Ya nunca más dejé de pensar en dedicar toda
mi vida al teatro, y así ha sido», cuenta Pedro Peña, quien confiesa
que «en mi carrera he tenido más malos que buenos momentos, pero si
volviera a nacer sería actor. Siempre».
Su primer sueldo fue de 11 pesetas diarias e interpretaba
a un mirlo. «Al moverme sonaban las plumas», sonríe mientras mueve los
brazos a modo de alas de pájaro. Curiosamente, otro pájaro, en esta
ocasión un canario, se ha convertido en su último fiel compañero, tras
la muerte de su esposa, María, hace seis años. «Este es Nino, por Nino
Bravo», apostilla el actor, mientras invita al ave a posarse en uno y
otro alambre de la jaula. Aunque la memoria ha comenzado a jugarle
alguna mala pasada, a sus casi 87 años, –los cumplirá el próximo 14 de
diciembre, según reza la copia de la partida de nacimiento que el actor
tiene colgada en una de las habitaciones de su casa, en el madrileño
barrio de Delicias– el actor está inmerso en el rodaje de una película.
«El cine es mi gran asignatura pendiente. Me hubiera encantado hacer una
buena película», anota el intérprete vallisoletano quien, desde 1999,
ostenta el título de Hijo Predilecto de Tordehumos. 'Aún hay tiempo' es
el título del largometraje de Juan Logar, en el que Pedro Peña da vida a
un indigente al que su nuera le echa de casa. «Me gustó mucho el
papel», confiesa el protagonista de estas memorias.
«Valgo mucho más por lo que callo que por lo que digo»,
repite en varias ocasiones quien ha compartido cartel con Bibí Andersen,
José Luis López Vázquez, María José Cantudo, Luis Cuenca, Fernando
Santos... Su hija Maribel asiente con la cabeza pero ya promete una
segunda edición de estas memorias a la que su padre no pueda poner
matices. «No me ha dejado escribir ni una línea hablando mal de nadie,
pero tengo guardadas muchas notas que recuperaré en una segunda
edición», advierte quien ha sido cómplice de su progenitor en esta
aventura literaria. Autor de libretos de revista con su apellido
materno, Allén, Pedro Peña demuestra que tampoco es hombre de guardar
rencores y confiesa que aún tiene guardado el original de un texto que
escribió para Lina Morgan, 'Nunca es tarde, Eloísa', y que, después de
dormir durante muchos años en un cajón, estrenó hace dos años en León
con la compañía de teatro de aficionados Ceca, que ha dirigido durante
veinte años.
"Me avergüenza un poco decir que en los años setenta era todo un ídolo.
En aquella época, apenas podía caminar por la calle sin que me pararan
para felicitarme"
Durante
cuatro años fue un poco el abuelo de todos los españoles y aún
permanece en la memoria colectiva de varias generaciones de televidentes
su característico 'grito de guerra': «Marciaaaal». Pedro Peña Allén
(Tordehumos, Valladolid, 1925) fue, entre 1995 y 1999, Manolo, el
'abuelo' de Chechu y el 'padre' de Nacho, Emilio Aragón, en la popular
serie de televisión 'Médico de familia'. Pero antes de que la pequeña
pantalla le hiciese tan popular que hasta una empresa de productos
cárnicos le fichó para protagonizar una campaña publicitaria, el actor
vallisoletano ya llevaba todo una vida en los escenarios. «Me avergüenza
un poco decir que en los años setenta era todo un ídolo. En aquella
época, apenas podía caminar por la calle sin que me pararan para
felicitarme», recuerda el intérprete en sus recién publicadas memorias,
'Pedro Peña. Del cómico de la gracia seria al abuelo Manolo', escritas
por su hija María Isabel Peña Vázquez, 'Maribel'.
Recuerda como si fuera ayer aquella tarde de 1939 cuando
con 14 años se escapó de casa y «con mis ahorrillos me compré la entrada
más barata en el Teatro Hispania (teatro-cine que estaba en la calle
Muro) para poder asistir a la representación de la Compañía Infantil de
Zarzuela Lil-Liput, que acertó a pasar por Valladolid. Sin pensarlo
mucho, una vez terminada la actuación, me enteré donde se alojaba el
director y me fui muy decidido a verle». Le cantó 'La roca fría del
calvario', de la zarzuela 'La Dolorosa', y le recitó 'La pedrada', de
José María Gabriel y Galán. «Ya nunca más dejé de pensar en dedicar toda
mi vida al teatro, y así ha sido», cuenta Pedro Peña, quien confiesa
que «en mi carrera he tenido más malos que buenos momentos, pero si
volviera a nacer sería actor. Siempre».
Su primer sueldo fue de 11 pesetas diarias e interpretaba
a un mirlo. «Al moverme sonaban las plumas», sonríe mientras mueve los
brazos a modo de alas de pájaro. Curiosamente, otro pájaro, en esta
ocasión un canario, se ha convertido en su último fiel compañero, tras
la muerte de su esposa, María, hace seis años. «Este es Nino, por Nino
Bravo», apostilla el actor, mientras invita al ave a posarse en uno y
otro alambre de la jaula. Aunque la memoria ha comenzado a jugarle
alguna mala pasada, a sus casi 87 años, –los cumplirá el próximo 14 de
diciembre, según reza la copia de la partida de nacimiento que el actor
tiene colgada en una de las habitaciones de su casa, en el madrileño
barrio de Delicias– el actor está inmerso en el rodaje de una película.
«El cine es mi gran asignatura pendiente. Me hubiera encantado hacer una
buena película», anota el intérprete vallisoletano quien, desde 1999,
ostenta el título de Hijo Predilecto de Tordehumos. 'Aún hay tiempo' es
el título del largometraje de Juan Logar, en el que Pedro Peña da vida a
un indigente al que su nuera le echa de casa. «Me gustó mucho el
papel», confiesa el protagonista de estas memorias.
«Valgo mucho más por lo que callo que por lo que digo»,
repite en varias ocasiones quien ha compartido cartel con Bibí Andersen,
José Luis López Vázquez, María José Cantudo, Luis Cuenca, Fernando
Santos... Su hija Maribel asiente con la cabeza pero ya promete una
segunda edición de estas memorias a la que su padre no pueda poner
matices. «No me ha dejado escribir ni una línea hablando mal de nadie,
pero tengo guardadas muchas notas que recuperaré en una segunda
edición», advierte quien ha sido cómplice de su progenitor en esta
aventura literaria. Autor de libretos de revista con su apellido
materno, Allén, Pedro Peña demuestra que tampoco es hombre de guardar
rencores y confiesa que aún tiene guardado el original de un texto que
escribió para Lina Morgan, 'Nunca es tarde, Eloísa', y que, después de
dormir durante muchos años en un cajón, estrenó hace dos años en León
con la compañía de teatro de aficionados Ceca, que ha dirigido durante
veinte años.
Tan adorable como buen profesional. Un gusto conocerle, un placer reconocerle su "octogenialidad"
ResponderEliminarMe ha encantado el comentario tan entrañable de Olga Mª....
Eliminarsólo podía venir de una persona tan estupenda como ella. GRACIAS, OLGA Mª.
(María Isabel Peña Vázquez)